miércoles, 26 de enero de 2011

MOTU CORDIS – CIRCULACIÓN Y RESPIRACIÓN


En 1628, hubo una gran revolución científica (De motu cordis – William Harvey), que cambió la interpretación de la naturaleza humana al descubrir la circulación de la sangre, su estructura, estado de salud y su relación con el alma, dando origen a un nuevo modelo de conocimiento del cuerpo humano. Lo que Harvey descubrió, fue que el corazón bombea la sangre a través de las arterías del cuerpo, recibiéndola de vuelta por las venas, para nuevamente ser bombeado. Eso coincide con el surgimiento del urbanismo moderno, que también provocó una gran transformación social: el individualismo. Encima de todo, el hombre moderno es un ser humano móvil.

“Adam Smith, fue el primer a reconocer que los descubrimientos de Harvey llevarían a eso, imaginando un mercado libre, laboral y de mercancías, operadas de modo parecido a la circulación de la sangre y capaz de producir idénticas consecuencias.”[1] El homo economicus, especializado, podría moverse por toda la sociedad, explotar poses y habilidades ofrecidas por el mercado, pero siempre a un precio. Hoy, ese principio general viene sendo aplicado a las ciudades debido a las exigencias del tráfico y al movimiento acelerado de las personas. Ciudades llenas de espacios neutros, que sucumben a la fuerza mayor de la circulación.

Los enlaces entre la ciudad y esa “nueva anatomía” son estudiados en función a los descubrimiento sobre la piel - Enest Platner, en los años 1700, decía que el aire es como la sangre, debiendo recorrer el cuerpo. La piel es la membrana que le permite respirar. La nueva cultura de facilitar las funciones respiratorias y circulatorias transformó el panorama de las ciudades y alteró los métodos de aseo personal de los ciudadanos.

A partir de 1740, los grandes centros europeos, pasan a cuidar la limpieza urbana, drenando los charcos, anteriormente llenos de orina y heces, creando las redes de alcantarillados. Dichos cambios, fueran acompañados de leyes de salud pública[2]. Palabras como “arteria” y “vena”, fueran introducidas en el vocabulario urbano del siglo XVIII, aplicadas por proyectistas que utilizaban el sistema sanguíneo como modelo para el tráfico.


[1] Op. cit. Sennett en referencia a la percepción holistica y futurista de las conclusiones obtenidas por Harvey en cuanto relacionadas al modus operando de la nueva ola económica que se deseñaba.

[2] Contexto extaído del libro Carne y Piedra: El Cuerpo y la Ciudad en la Civilizacion Occidental Alianza. (2007) – "Flesh and Stone: The Body And The City In Western Civilization", Norton (1994) Richard Sennett.

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